Santiago Cabañero ha felicitado a todas las premiadas y ha afirmado que este mundo de hombres sobre el que sostenemos una sociedad que discrimina a la mujer, no es solo injusto moral y éticamente, sino además muestra una sociedad ineficiente, incapaz de valorar y aprovechar los recursos humanos y el potencial de la mitad de su población.
Las verdaderas revoluciones -añadió- las que transforman profundamente una sociedad, son las que empiezan en las calles, se encarnan en los valores individuales y colectivos de su ciudadanía y cristalizan con la aprobación de leyes, incorporándose a un Estado de derecho.
El presidente de la Diputación recordó que los poderes públicos tienen el mandato constitucional de promover las condiciones para la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social, según el artículo 9 de nuestra Carta Magna y por ello aseguró que "la transformación de los derechos formales en reales son la máxima expresión de una sociedad avanzada, justa, solidaria y con futuro".
"Yo quiero y reivindico -dijo- un país de hombres y mujeres iguales en derechos reales, iguales en derechos sociales y laborales, en salarios, en la promoción profesional, en el derecho a un proyecto personal de realización, en la conciliación de las responsabilidades y cargas familiares y en el derecho a la integridad personal porque no hay derecho más supremo que el de la vida".
El presidente de la Diputación manifestó que los hombres que creemos en la igualdad no podemos ser otra cosa que feministas y apeló a la unidad entre hombres y mujeres porque en pleno siglo XXI no es tolerable que la violencia de género tenga rostro de mujer y más de 900 mujeres hayan sido asesinadas en los últimos catorce años; no es admisible que sean las mujeres las que soporten la mayor carga de la crisis económica y las que menos se beneficien en los tiempos de bonanza; no es moralmente aceptable que los cuidados de enfermos, mayores y niños, los más vulnerables, sea llevada a cabo casi en exclusiva por mujeres; porque es injusto tener que trabajar el doble que los hombres para demostrar tu valía profesional y como no puede ser legal tener menor salario por igual trabajo que los hombres porque la falta de derechos de hoy es sobre lo que se asienta la pobreza, la desigualdad y la discriminación de mañana".