EL NIÑO DIABLO

El niño diablo.
En Tarazona había un mozo que tenía novia en el Villagarcía. Como las dos poblaciones están tan cerca, salía a caballo por las tardes para visitarla y volvía de noche las más de las veces. Tanto es así que el animal sabía el camino de regreso y las noches de luna llena, el mozo se adormecía en la grupa seguro de que su montura lo llevaría hasta la puerta de casa.
En la tarde del último día de octubre salió con su caballo como era su costumbre y, aunque llevaba pensado volver pronto ya que tenía cierta aprensión a que se le hiciera de noche en la noche de las ánimas, se entretuvo demasiado y emprendió su regreso bien entrada la noche. Pensó que, puesto que el trayecto era corto y en apenas una hora o dos de camino estaría en su casa, ¿qué habría de pasar?
Aquella noche la luna iluminaba cielo y tierra. Tan solo un aire frío hizo que el jinete se arrebujara con su manta mientras dejaba que su caballo le llevase hasta su destino. Ya se vislumbraba la silueta de la torre del pueblo cuando una figura se recortó a la entrada de un pinar. En la orilla del camino, sentado al lado de un pino le pareció ver un bulto que se movía. Al acercarse más se dio cuenta que era un niño de cinco o seis años que estaba allí sentado. Y por dar más luz, encendió un farol que llevaba e iluminó al pequeño.
– ¿Qué haces ahí tan solo? – Le preguntó. – ¿Y tus padres? –
– Iba al pueblo, pero no sé llegar. – Dijo el niño
El mozo se quedó muy extrañado, pero pensó que lo mejor sería llevar al chico al pueblo y buscar a alguien que lo atendiera.
-Anda, sube al caballo que te llevo. No está la noche para que andes solo a estas horas. -Le dijo. Así que el niño montó en el caballo a la espalda del mozo y continuaron el viaje.
No llevaban mucho andado cuando el caballo empezó a resoplar fatigado, pero el mozo lo azuzó un poco y continuaron. Al cabo de unos minutos el caballo empezó a piafar de nuevo y a inclinarse de las patas traseras como si no pudiera con el peso. El jinete, extrañado, miró hacia atrás por ver si se le había enganchado algo a las patas, pero lo que vio fueron los pies del niño que llegaban al suelo y no se le ocurrió otra cosa que decir:
– ¡Madre mía, sí que pesas! –
Pero el niño no respondió.
– ¡Pero si yo creo que te han crecido los pies que los llevas a rastras por el suelo! – insistió.
– ¡Pues si me ves el rabo y los cuernos aún los tengo más grandes! 􀂱 Respondió una voz a su espalda que ya no era la de un niño sino la de un ser monstruoso.
El farol iluminó entonces a un ser que era mitad niño mitad diablo y el terror llenó los ojos del hombre y de su caballo que, se encabritó y tiró a aquel ser al suelo. Esa noche entró el jinete al galope en el pueblo y se pasó toda la noche rezando porque estaba seguro de que había llevado junto a él al mismo diablo.

Titulo de la ilustración: El niño diablo. Esta ilustración corresponde al mes de noviembre del calendario Cuentos y leyendas 2023.
Autor: Antonio Jiménez Herráiz
Técnica: Óleo sobre lienzo
Sobre la leyenda: Leyenda recopilada en Tarazona de la Mancha (Albacete). Existen versiones con variantes en Yeste (Albacete) y en otros puntos de otras comunidades autóno- mas. Del libro “Tarazo- na y su folklore” de A. Jiménez.