El hombre y el Hambre.
Hace ya tanto tiempo que casi nadie recuerda al hombre que vivía con su mujer y su hijo en una casa muy pobre. Cada mañana se levantaba de madrugada para calzarse sus abarcas y despertar a su hijo, mientras su mujer preparaba el almuerzo que se tenían que llevar al campo donde pasarían todo el día trabajando.
Una noche oyeron llamar en la puerta, y aunque se asomaron no vieron a nadie esperando. Así que, siguieron cenando y, como de costumbre, se fueron temprano a dormir. A media noche oyeron un ruido en la casa y el hombre le preguntó a la mujer:
– ¿Qué se siente? –
A lo que ella contestó con tristeza:
– El Hambre, que se ha metido en la casa. –
– No te apures mujer que, trabajando y con honradez, el Hambre se irá sola. –
Y a la mañana siguiente el hombre salió con su hijo una vez más a trabajar. Nada se les ponía por delante, lo mismo segaban trigo que acarreaban vino, igual picaban piedra que cavaban un pozo. Eran tiempos duros, pero a ellos les iba cada vez mejor. Hasta que el Hambre, cansada, se fue de su casa y llamó a la puerta de una familia de labradores más adinerados. En su nueva casa sólo trabajaba el padre, los hijos malgastaban su hacienda en vicios y en aparentar algo que no eran.
En aquella familia el Hambre estaba muy a gusto y no tardó el tiempo en que faltó comida en la mesa. Entonces uno de los hijos dijo:
-¡No hay nada para comer! ¿Quién ha traído el Hambre a esta casa? –
Y decía el Hambre:
-Sin trabajar y malgastando, vosotros me trajisteis. –
– ¡Nosotros no!
– En otras casas he habitado y aunque pobres, trabajando con honradez, sola me tuve que ir. – Sentenció el Hambre.
Cuentecico rematao…