Romance de la loba parda.

Estando yo en mi redil
apañando mi zamarra,
vi de venir cuatro lobos
por una honda cañada.
Echando suertes venían
por ver a cuál le tocaba.
Le tocó a la loba tuerta,
manca, coja y jorobada,
que tenía los colmillos
como puntas de navaja.
Dio tres vueltas a la red
y no pudo sacar nada.
Dio otra media vuelta,
sacó una cordera blanca
que la tenían sus amos
para el domingo de Pascua.
-Arriba perro cachorro,
arriba perra gallarda.
Si me traéis la borrega
la cena tenéis ganada.
Un puchero de calostros
y otro de leche colada. –
Los perros que oyeron esto
se tiraron de la cama.
No era correr, que volaban.
Al cabo de cinco leguas
la loba ya iba cansada.
-Toma perro tu borrega,
que a mí no me debe nada. –
-Yo no quiero la borrega
de tu boca baboseada. –
Lo que quiero es tu pellejo
para hacerme una zamarra,
el rabo para correas
pa remendar la zamarra.
Las pezuñas pa corchetes
para abrocharse las bragas,
las tripas para unas cuerdas
para afinar la guitarra.
Las orejas pa abanicos,
para abanicarse el ama.
Los dientes para una vieja
pa que roiga las castañas,
y el culo para un salero
para la recién casada.