El escudo heráldico de la ciudad de Albacete. Por Luis G. García-Saúco Beléndez, artículo publicado en el Boletín Informativo «Cultural Albacete», noviembre de 1987 (número 17)
Dado el interés que frecuentemente despierta el escudo municipal de Albacete y también el relativo desconocimiento que se suele tener de la historia de esta ciudad, que es además la capital de la provincia de su nombre, consideramos oportuno iniciar nuestro trabajo con un discreto resumen histórico de esta población. Señalaremos, asimismo, que no se conserva la Relación Topográfica mandada hacer por Felipe II y que tantos datos nos suele suministrar sobre las distintas villas y ciudades, entre los cuales están, precisamente, los relativos a los escudos de armas usados por los municipios.
Así pues, y antes de adentrarnos en el estudio heráldico local albacetense, realizaremos un recorrido desde la antigüedad a nuestros días, que pueda justificar su actual escudo.
Aunque existen restos prerromanos y romanos en las inmediaciones albacetenses, los orígenes de la población son oscuros. En un cruce de vías que la convierte en punto neurálgico de comunicaciones entre Andalucía, Levante y la Meseta, pudo haber desde antiguo algún asentamiento de escasa importancia; pero las pocas primeras noticias firmes que conocemos se refieren a un viejo castillo de época califal. Es el núcleo del «Al-Basit» árabe que dará su nombre a la ciudad, del que no quedan más restos que una cierta cantidad de cerámica encontrada junto al actual edificio de la Diputación Provincial. En sus cercanías tuvo lugar en 1146 la batalla que costó el trono y la vida al reyezuelo levantino Zafadola, muerto por los soldados castellanos.
Esta zona es durante el período medieval escenario de luchas entre cristianos y musulmanes hasta la conquista del castillo albacetense el año 1241, en que Fernando III lo concedió al concejo de Alarcón. Al año siguiente Pelayo Pérez Correa conquista Chinchilla, y en 1269, parece que, Albacete pasaría a depender de esta población en calidad de aldea.
Creado un extenso señorío por el Infante Don Manuel, Albacete junto con Chinchilla y otras poblaciones, pasó a formar parte del mismo. Luego lo heredaría el notable literato y belicoso personaje Don Juan Manuel, artífice repoblador de toda la zona que después sería el Marquesado de Villena. De su época puede datar la creación de la «Villanueva» de Albacete, nuevo asentamiento a partir del cual se desarrollaría el futuro núcleo urbano. Hay que señalar, al margen, que los Manuel traían por armas unas manos aladas con espada.
Siglos XIV y XV
Durante los siglos XIV y XV, el aspecto urbano de Albacete iría adquiriendo mayor complejidad: tres fortalezas localizadas en otros tantos altos, alrededor de las cuales habría algunos caseríos. Una zona estaba situada en los alrededores de la Plaza de las Carretas -La Cuesta-, otra en la «Villanueva» -Alto de la Villa, hoy Villacerrada-, y una tercera en el Cerrillo de San Juan. De la unión de los tres puntos surgiría Albacete. De hecho, en 1375 el núcleo urbano estaría ya definido en torno a la Villanueva, y así, ante el creciente auge desplegado, don Alfonso de Aragón, Marqués de Villena, concedía a la aldea de Albacete el título de Villa, desvinculándola administrativamente de su vieja metrópoli, Chinchilla. La decisión no fue en principio totalmente aceptada por esta villa, lo que fue motivo de continuos enfrentamientos. El villazgo traía consigo la existencia de un término y de un concejo con autoridades propias, así como la continuidad aquí de las antiguas ferias de Chinchilla, que contribuirían decisivamente a la prosperidad del vecindario.
Albacete, incluido dentro del Marquesado de Villena, va a participar de todas las circunstancias bélicas y luchas por el poder de los Marqueses durante la Baja Edad Media, hasta el año 1476, en que la población ofreció su obediencia a los Reyes Católicos. De este modo se iniciaba la andadura albacetense en la Edad Moderna.
Siglo XVI
El siglo XVI es un momento brillante para Albacete, al menos en su primera mitad. El aumento de la población es un hecho, ya que la villa se acerca a los 5.000 habitantes. Con la Guerra de las Comunidades, Albacete negocia con Adriano de Utrech el respeto de sus privilegios y sigue la causa imperial tras un breve período de insurrección. En 1526 Carlos V concede el señorío de Albacete a su esposa, la emperatriz Isabel de Portugal, como regalo de bodas. Durante esta centuria se establecen diversos monasterios en la Villa (Franciscanas, Justinianas, Agustinos), lo que es buen indicativo del desarrollo de la población. Asimismo se inician las obras de San Juan sustituyéndose la vieja iglesia medieval por un soberbio templo gótico-renacentista que no se concluirá y que después sería la actual Catedral.
Está documentado, como veremos, que ya ahora la Villa de Albacete tenía sus propias armas definidas, aunque por el momento no hayamos encontrado ningún ejemplar materializado.
Albacete durante este período va a ser un lugar tranquilo, de paso, a donde llegan moriscos, donde se desarrolla una artesanía de cuchillería y donde la vida urbana tan sólo se verá sacudida por los grandes acontecimientos de la política en general o bien por la presencia de soldados que, de paso, conmueven en alguna ocasión a la población. Asimismo, el término municipal albacetense irá creciendo a costa del de Chinchilla, lo que es objeto de nuevos enfrentamientos.
El siglo XVII, tan crítico en tantos aspectos de la vida nacional, afectará profundamente a nuestra población. Aún así es núcleo más poblado que Chinchilla, a quien había superado ya en el siglo XV.
El XVIII va a suponer un período fundamental para la historia inmediata albacetense. En primer lugar, como en toda Castilla, se toma partido por Felipe V. Este monarca, en 1710, confirma el privilegio de Feria franca que la Villa venía disfrutando de hecho desde el siglo XIV; la feria, que empezaría celebrándose en Albacete, se trasladaría después al lugar de Los Llanos, donde el siglo XVII se había establecido una comunidad de franciscanos que siempre luchó por mantener en su ámbito este importante certamen económico comarcal. Poco a poco, a lo largo de la centuria, Albacete conseguirá atraerse la Feria a su núcleo urbano, hasta que en 1783 se construye el importante edificio que en esencia hoy subsiste y que es un ejemplo de la arquitectura racional e ilustrada, levantado con la finalidad fundamental de ser centro de desarrollo comercial. Sin duda servirá de elemento de despegue económico a lo largo de la centuria siguiente, ya que Albacete va a vivir fundamentalmente del comercio.
A finales del XVIII se va a plantear seriamente el proyecto de desagüe de las zonas pantanosas de Albacete que convertían a la población en lugar poco saludable. Ciertamente este también es un proyecto ilustrado que se plasmará en 1805 cuando se inicie la construcción del Real Canal de María Cristina. La población mientras tanto va a ir creciendo paulatinamente de tal modo que se convertirá en la localidad más populosa de toda la comarca y la región.
En Mayo de 1808 Albacete participa activamente en su reacción antifrancesa y lucha a favor de Fernando VII, organizando milicias urbanas y proclamando en 1812 la Constitución de Cádiz. Se inicia ya un desarrollo burgués y liberal que va a ser característico del Albacete Contemporáneo.
En 1833, con la nueva división administrativa de Francisco Javier de Burgos, se creaba la nueva provincia de Albacete con territorios procedentes, unos del llamado Reino de Murcia; y otros de las antiguas provincias de La Mancha o Cuenca. Albacete se convertía en capital. Para ello había tenido mucho que ver el ser población más populosa, gracias al saneamiento del Real Canal y al desarrollo comercial impulsado por la Feria. En 1834 se establecía la nueva Real Audiencia Territorial, cuyo carácter jurídico, al integrar las provincias de Murcia, Ciudad Real, Cuenca, y la misma de Albacete, va a servir de acicate para cohesionar alrededor de la nueva capital un importante núcleo que irá creciendo durante todo el agitado siglo XIX. Por otra parte, Isabel II, en 1862, concede a Albacete el ya simbólico título de Ciudad.
Siglo XX
En el año 1900 Albacete tiene 21.512 habitantes. En el primer tercio del siglo, el viejo pueblo manchego inicia un notable renacimiento constructivo urbano, levantándose edificios de gran monumentalidad, reflejo de la sociedad del momento. Se encuentran principalmente estas edificaciones de la Calle Marqués de Molíns, Tesifonte Gallego o el Pasaje de Lodares, que son buen ejemplo de esta nueva tarea que también tiene su dimensión cultural.
La Guerra Civil (1936-39) es trágico momento para toda España. En Albacete tienen su sede las Brigadas Internacionales. Finalizada la fratricida contienda, los años 1950-1960 ven aumentar progresivamente el desarrollo urbano, muchas veces no demasiado acertado, construyéndose con excesivas alturas y demoliéndose edificaciones de carácter.
En la actualidad, Albacete va recuperando ciertos aspectos perdidos y es la capital de mayor población de toda la región de Castilla-La Mancha, en donde queda integrada dentro de la España de las Autonomías.
Realizada esta pequeña reseña histórica albacetense (1), a la hora de estudiar las armas de esta ciudad nos hemos de basar principalmente tanto en las fuentes documentales, que modestamente hemos encontrado y aportamos, como en lo que ya con seriedad han planteado tres autores que han tratado científicamente el tema del escudo de Albacete: Sánchez Jiménez (1929), Pretel Marín (1982) y Santamaría Conde (1982) (2).
En esencia el escudo de Albacete está formado por tres torres, puestas una y dos, y surmontada la de arriba por un murciélago.
El origen de estas armas nos es absolutamente desconocido, son escasas las noticias antiguas donde se describan, y también las muestras históricas materiales de este blasón.
Al no conservarse las aludidas Relaciones Topográficas de Albacete, (3) mandadas hacer por Felipe II en 1575, no conocemos la contestación a la sexta de las preguntas, en donde se pedía a la villa el «escudo de armas que el dicho pueblo tuviere, si tuviere alguno y por qué causa o razón las ha tomado, si se supiese algo«.
Desde el siglo XVI, en las actas municipales de Albacete, conservadas en el Archivo Histórico Provincial, frecuentemente se habla del «pendón questa villa tiene«, donde sin duda irían bordadas las armas de la población, del mismo modo que se suele citar este pendón en las proclamaciones reales desde Felipe II hasta Isabel II. Sin embargo, como suele ser frecuente en un objeto que debía ser conocido por todos no era necesario describir más detalles, tanto del color -que debía ser carmesí- como de las mismas armas.
Alfonso Santamaría, en su ya aludido trabajo sobre el escudo de Albacete nos brinda dos datos de especialísima importancia sobre este tema. El primero de ellos dice que en la sesión municipal de 26 de Junio de 1568 se tomó el siguiente acuerdo:
«Sello. Mandaron que se haga un sello de plata con que se sellen las cosas proveydas por este ayuntamiento y que se pongan las armas de la villa que son un castillo y un águila». (4)
Lám. 1. Reconstrucción hipotética del sello del Concejo de Albacete, según el acuerdo de 26 de junio de 1568.
Lám. 2 Reconstrucción hipotética del sello del Concejo de Albacete, según el acuerdo de 12 de Febrero de 1569.
Desafortunadamente este sello no se ha conservado y tampoco hemos encontrado su impronta en ningún documento. Según tal descripción, suponemos que esta pieza llevaría una leyenda en orla, quizá en latín, donde diría, «sigillum concilii villae albasitensis«, y la representación de un castillo con tres torres surmontado de un águila con las alas extendidas; de este modo lo hemos reconstruido (Lám. 1). Es de suponer que este objeto serviría, o bien para estampar sellos de placa de papel pegado sobre lacre, o bien su impronta quedaría sobre lacre directamente, pues no creemos que se usara en estas fechas para sellos pendientes de cera o plomo.
La otra noticia, ,publicada también por A. Santamaría, es otro acuerdo del Concejo albacetense de 12 de Febrero de 1569 en él se dijo:
«Que se hagan dos sellos. Mandaron que se haga un sello de plata para sellar los recados deste ayuntamiento y se pongan las armas desta villa que son tres torres en triángulo, y cometieronlo al señor Pablo Fernández que lo haga faser uno grande y el otro más pequeño, el uno de plata y otro de cobre». (5)
Esta segunda noticia, con tan poca distancia de tiempo, nos hace suponer que el acuerdo de Junio de 1568 no se cumplió y ahora volvió a plantearse la situación. Sin embargo, al describir las armas de la villa, se dice que son «tres torres en triángulo«, tal y como las reconstruimos hipotéticamente aquí (Lám. 2), y no un castillo con águila. Estos detalles nos plantean un problema: El uso de dos escudos para la villa de Albacete, cosa que no creemos probable, o quizá al utilizarse como sello pendiente de hilos de seda; si es así, por una cara se ofrecerían unas armas y por el reverso otras. O bien, el hecho de que al hablar en la primera ocasión de «un castillo con un águila», fuera un castillo con tres torres -como se suelen representar en heráldica- surmontado de tal águila. ¿Y las tres torres en triángulo usarían también el águila que fue olvidada a la hora de describirse en el acuerdo municipal? En resumen, es un problema todavía no resuelto mientras no encontremos las improntas de tales sellos que nos den solución definitiva a esta cuestión.
En 1577 -y siguiendo lo apuntado por A. Santamaría- un acuerdo municipal de 14 de Diciembre, señala que el platero de Albacete, Enciso había recibido el encargo de hacer «un hierro con las armas desta villla para que con él hierren los bataneros los paños que se adobaren en esta villa por los veedores que fueren nombrados y que adobase el sello que esta cabildo tiene para sellar sus cartas». (6)
Probablemente este sello al que aquí se refiere debería ser el que se mandó hacer en 1569.
Estas son pues, de momento, las noticias de que disponemos sobre las armas de Albacete en el siglo XVI, nos falta de momento, el documento material que nos especifique exactamente como era realmente el escudo usado en estas fechas.
Del siglo XVII no disponemos, por ahora, de ninguna noticia, a no ser los datos relativos a las proclamaciones reales donde el alférez del concejo, como en otras villas castellanas levantaba públicamente el pendón de esta villa a los gritos de » ¡ Castilla, y Albacete por el rey Don Felipe (o Don Carlos) ! ¡Viva!».
Para el siglo XVIII disponemos de otros datos, y por primera vez de una representación gráfica.
En el Tercer Libro de Fábrica de la Parroquia de San Juan Bautista (7), hay un inventario de los bienes del templo de 1728, ampliado en 1742, entre las piezas de plata se indica:
«Portapazes. Dos portapazes de platta, que la una la dió de limosna esta villa, con sus armas en el remate, de peso ambas de tres libras y onza y media».
Desafortunadamente estas piezas litúrgicas no se han conservado. Es de suponer que el portapaz con el escudo de la villa «en el remate» sería el usado por la Corporación Municipal, cuando ésta asistía a determinadas festividades; asimismo, ignoramos de que época sería esta pieza de orfebrería, pero es de suponer que sería anterior a 1728.
En 1778 se publica el Atlante Español. Reino de Murcia, obra de Bernardo Espinalt García (8) y al referirse a la villa de Albacete dice:
«Tiene por armas dos castillos por pie, y encima de ambos otro castillo, y sobre él un águila mirando a la derecha, cuyas armas quedan figuradas en la estampa segunda, número veinte y dos«.
Lám. 3. Escudo de la Villa de Albacete, según el grabado de Palomino publicado en el «Atlante Español» en el 1778.
En efecto, en el curioso grabado de Palomino que ilustra la obra aparecen una serie de escudos del antiguo reino de Murcia y, al número 22, el descrito para Albacete (Lám. 3). Aquí se muestran tres torres, que no castillos, dispuestas dos abajo y una arriba, y ésta con una pequeña águila. Es el primer documento gráfico de que disponemos sobre este escudo, y en principio, sigue parte de lo ya descrito en el siglo XVI: las tres torres en triángulo y el águila.
Siguiendo en el siglo XVIII, Tomás López en su Diccionario Geográfico dice en 1787, que el escudo de Albacete tiene «tres castillos el uno sobre los otros dos y puesto sobre aquel un murciélago». (9)
De este modo, pues, ya se ha planteado un arduo problema en el siglo XVIII que se vendrá arrastrando hasta nuestros días: Si los castillos son tales o son torres -diferenciados claramente en heráldica-; y si el animal que aparece es águila o murciélago.
Sin embargo, antes de afrontar la solución a esta cuestión, continuaremos, ya con referencias más visibles desde el siglo XIX a nuestros días.
Sánchez Jiménez en su ya aludido trabajo sobre el escudo de Albacete (10) dice que «durante la guerra de la Independencia, la Junta suprema de gobierno, para premiar los servicios que Albacete prestó, concedió que uno de los regimientos que para la guerra nacional se formaban, se titulase de Albacete para el que había de nombrar la villa coronel y oficiales. Este regimiento no llegó a organizarse, pero había de tener 1500 plazas con una bandera, costeada por el pueblo, que ostentaría por un lado la imagen de la Virgen de los Llanos y por el otro las armas reales.
Es extraño que en dicha bandera no figurase el escudo de la Villa, que ya existía, puesto que en la propuesta para comandante, oficiales, sargentos y cabos del Batallón de Milicias urbanas de Albacete, al describir el uniforme se decía que el collarín de la chaqueta había de ser verde claro, llevando bordadas con seda carmesí las armas de la villa».
Con respecto a este párrafo recogido del trabajo de Sánchez Jiménez hemos de advertir que en lo relativo a la bandera que aquí se menciona, ésta, aparece descrita en un documento de notificación de la Junta de Albacete a la de Murcia en la que se dice que
«…se hallan dispuestos a costear las vanderas del regimiento que llevarán en un lado la efigie de María Santísima de los Llanos y por el otro las armas Reales y una inscripción que dirá, «Albacete y su distrito por el Señor Rey Don Fernando Séptimo», y en los ángulos, «vencer o morir»».(11)
Suponemos que este guión sería una bandera coronela semejante a la conservada en el Ayuntamiento de Chinchilla, y que es de este mismo momento histórico. Así, presentaría el pabellón blanco, que era el usado en esta época como bandera nacional en tierra (12), el Escudo Real, acolado de la cruz roja de Borgoña, que iría cargada -aunque no se mencione- en los extremos de las armas de Albacete, como en Chinchilla; y en el reverso la Virgen, patrona de la población, rodeada de la aludida inscripción y en los ángulos «vencer o morir».
Por otra parte, pese a que Sánchez Jiménez más adelante señala que era la primera vez en que se mencionaba el escudo de la villa, evidentemente no es así, según ya hemos advertido.
De este modo, pues, llegamos ya a época de Isabel II y Albacete es la capital de la provincia de su nombre. Ya a lo largo del XIX nos vamos a encontrar con abundantes muestras de las armas municipales.
Lám. 4 . Sello de la Diputación Provincial con las armas des Albacete; aquí con el modelo del águila (1837-1854).
Lám. 5. Sello de la Diputación Provincial con las armas de Albacete; aquí con el modelo del murciélago (desde 1878).
Lám. 6. Sello del Ayuntamiento Constitucional de Albacete. S.XIX
Lám. 7. Sello del Ayuntamiento Constitucional de Albacete. S. XIX.
Lám. 8. Sello de la Alcaldía Constitucional de Albacete. S. XIX.
Lám. 9. Sello de la Junta Municipal de Beneficencia. (1844-1864).
Lám. 10. Armas de Albacete en un plano de la Villa de 1861.
Lám. 11. Banda de tambor de la Milicia Nacional de Albacete (1838). Museo de Albacete.
También de época de Isabel II -de 1862- es una arca de caudales de hierro, con varias cerraduras adornadas con las armas de la Villa en latón dorado, en las que aparecen de nuevo, las torres y el murciélago de pequeño tamaño (Ayuntamiento viejo) (Lám. 13).
Una medallita, de mediados del XIX, de la Virgen de los Llanos muestra en su reverso el emblema de San Juan, titular de la parroquia, y el escudo con águila (Lám. 14).
En época de Alfonso XII y siendo alcalde de Albacete Don José Madrona se rehizo el círculo interior del edificio de la feria sustituyéndose los viejos pilares por otros de fundición, los curiosos accesos laterales a esta plaza circular muestran una inscripción de 1876 rematados con el escudo de la ciudad con las torres y el murciélago (Lám. 15).
Lám. 13. Armas de Albacete en el arca de caudales del Ayuntamiento, «Construida por Gaspar Gómez. Albacete, 1862». Antiguo Ayuntamiento.
Lám. 13. Armas de Albacete en el arca de caudales del Ayuntamiento, «Construida por Gaspar Gómez. Albacete, 1862». Antiguo Ayuntamiento.
Lám. 13. Armas de Albacete en el arca de caudales del Ayuntamiento, «Construida por Gaspar Gómez. Albacete, 1862». Antiguo Ayuntamiento.
Para terminar el siglo XIX, hemos de citar como muestra iconográfica de las armas municipales unas interesantes pesas de azafrán, en propiedad particular, y que se mostraron en la exposición «Albacete, 600 años» (14). Estos ponderales, de 1896, de 1 libra, 8 onzas, 4 onzas y 2 onzas aparecen contrastados con las armas de la ciudad: tres torres y el murciélago, de pequeño tamaño, aunque en la pieza de menos peso sólo aparece este animal (Lám. 16).
Lám. 16. Colección de ponderales para el peso de azafrán contrastados con las armas de Albacete. 1896.
Lám. 17. Armas de Albacete en la fachada del Colegio Notarial. 1925.
Lám. 18. Billetes locales emitidos durante la Guerra Civil en 1937.
Lám. 19. Escudo de Albacete en época de la II República. Boletín Oficial de la Provincia.
De este modo, en el siglo XX, se generaliza ya el uso de las armas de Albacete en los distintos aspectos del municipio, impresos, obras públicas, carteles, etc., o bien en fachadas de algunos edificios oficiales, a modo de ejemplo citaremos las grandes armas que adornan el Colegio Notarial, obra realizada en 1925 por el arquitecto Julio Carrilero (Lám. 17) o el Instituto de Enseñanza Media, obra del mismo arquitecto.
El advenimiento de la II República en 1931 hizo que el escudo perdiera su timbre en algunos muebles de principio de siglo en el Ayuntamiento, en alguna ocasión la corona, ya real o de marqués, fue sustituida por la mural. Con corona mural aparece el escudo de Albacete en los billetes locales de 1937 y encabezando el Boletín Oficial de la Provincia (Láms. 18 y 19).
Desde 1939 el escudo de Albacete, con todas sus variantes, volvió a usar corona de marqués o real abierta.
De este modo llegamos a nuestros días, con una varia problemática que intentaremos en su simbología justificar más adelante, aún así conviene hacer algunas consideraciones:
En primer lugar parece que ya en el siglo XX prevaleció el murciélago sobre el águila, aunque en alguna ocasión todavía hemos comprobado algunos casos aislados de la presencia del ave después de 1900.
Las torres frecuentemente se les suele llamar impropiamente «castillos», desde el propio Espinalt, en el siglo XVIII, Blanch e Illa en 1866, e incluso en los datos que suministra el alcalde Don Buenaventura Conangla en 1876 cuando se enviaron las improntas de los sellos para el Archivo Histórico Nacional se dice «… los tres castillos del marquesado…» cuando en los sellos estampados son claramente torres.
Por otra parte, frecuentemente en algunos ejemplares tanto en sellos, como en escudos en sí, aparecen las torres terrasadas.
En algunas ocasiones la torre superior se apoya directamente sobre las otras dos, mientras que en otras están separadas.
Asimismo, no hay una clara definición en cuanto a los esmaltes y metales que se han usado en el escudo albacetense, así como lo relativo a la forma misma del escudo prevaleciendo impropiamente la forma terminada en pico de carácter francés.
Por último, el timbre tampoco parece demasiado claro, predominando frecuentemente la corona de marqués aún así los hay con corona real cerrada, abierta, mural, etc.
Este grado de confusión hizo que en 1985, cuando el Ayuntamiento de Albacete quiso rehabilitar su bandera, lo primero que se planteó fue la modificación del escudo de la ciudad dándole la forma correcta española, y los colores adecuados, ya que se venía usando el campo de plata y las torres de oro, situación que contravenía las normas de la heráldica que impide que se utilice metal sobre metal. De ahí que desde el Instituto de Estudios Albacetenses informáramos que el escudo debería ser:
«En campo de plata tres torres, mal ordenadas, y almenadas, de piedra, mazonadas de sable, aclaradas de azur y surmontadas por un murciélago, de sable, con las alas desplegadas puesto en jefe. Se timbra con corona de marqués, que es de oro con piedras y perlas con ocho florones (cuatro foliados y los otros en pirámides de tres perlas; visibles uno y dos medios de la primera especie y dos intercalados de la segunda).
En cuanto a la corona también podría utilizarse la corona real cerrada española. Si bien también nos parece correcta la utilización de corona de marqués, ya que Albacete fue villa importante del Marquesado de Villena y fue Don Alfonso de Aragón, Marqués de Villena, el que concedió el privilegio de villazgo a Albacete en 1375″.
Este informe fue tramitado por la vía reglamentaria, y la Real Academia de la Historia dictaminó que el esmalte de las torres podría ser de gules, cromatismo ajeno y nunca usado por las armas albacetenses, ya que siempre éstas, principalmente, eran de piedra y así aparecen, por ejemplo, en la bandera de la Milicia Nacional de 1841. Por otra parte, esta docta Institución también aconsejaba, como suele ser frecuente hoy, el uso de la Corona Real cerrada Española. Sin embargo, la Corporación Municipal unánimamente consideró que tanto el esmalte de las torres como el timbre debía ser el usado más tradicionalmente.
De este modo, el Diario Oficial de Castilla-La Mancha publicaba el 13 de Enero de 1987, el decreto 137/86, de 30 de Diciembre, de Presidencia y Gobernación de la Junta de Comunidades, por el que se aprueba la modificación del Escudo Heráldico de la Ciudad de Albacete.
Este Decreto señala en el artículo primero de su disposición:
«Se aprueba la modificación del Escudo Heráldico del Municipio de Albacete, cumplido el preceptivo trámite, de ser informado el expediente por la Real Academia de la Historia, en la forma siguiente:
«En campo de plata, tres torres mal ordenadas (15) y almenadas de piedra, mazonadas de sable, aclaradas de azur y surmontadas por un murciélago de sable con las alas desplegadas puesto en jefe. Se timbra con corona de marqués».
Tras la aprobación de este decreto se regularizan definitivamente las armas albacetenses; sin embargo conviene, para terminar, referirnos al mismo significado de los elementos de este blasón.
Es tradición, ya apuntada por Sánchez Jiménez, que las torres de referencia correspondían a los tres castillos del marquesado de Villena: Alarcón, Chinchilla y Villena. Sin embargo, como ya indica este erudito autor, «no hay razón que justifique que los castillos aludan a los tres del marquesado… porque no fueron estos los únicos que existían en esta demarcación señorial» (16) y ciertamente Albacete era una más de las villas de este dominio y aunque tras su reducción a la corona de los Reyes Católicos debió ser la más poblada, no tenía porqué incluir en su blasón elementos ajenos. El aludido autor lanza la hipótesis de un hecho de armas acaecido durante el reinado de don Enrique II de Castilla, en el que la villa de Albacete ayudó a Chinchilla para servir de apoyo a Villena. Sin embargo, a nuestro entender, esta circunstancia nos parece demasiado peregrina.
Frente a esta interpretación simbólica, hemos de apuntar la que consideramos que pudiera ser más cercana a la realidad. Hemos podido comprobar que en la mayor parte de los escudos históricos de origen medieval de la zona, cuando aparece una torre o un castillo como elemento fundamental, es porque la villa o la ciudad lo tenía (Villena, Almansa, Chinchilla, La Roda, Hellín, etc.). Así pues, con este argumento presente, y según hemos apuntado al principio, Albacete, tuvo en origen tres zonas altas que estuvieron defendidas por otros tantos fuertes:
-La llamada Cuesta de la Purísima, (en la zona de la Plaza de las Carretas),
-El Alto de la Villa (que fue la llamada Villanueva, después Villavieja, o Villacerrada),
– El Cerrillo de San Juan, coronado por la antigua parroquia, construida en origen tras la Reconquista y reedificada en su actual fábrica en el siglo XVI, donde se sabe que hubo una torre de carácter defensivo.
De la unión de estos tres puntos fortificados surgiría el viejo Albacete medieval, que en 1375 alcanzó su villazgo. Así pues, con esta hipótesis creemos haber resuelto el problema de esta parte del escudo. Es decir, el origen de estos elementos está en la misma población.
El tema siguiente viene dado por el murciélago, que es asunto más complejo. Tradicionalmente se relaciona con el Marqués de Villena y así en 1876, en el ya citado documento de remisión de los sellos del Concejo por el Alcalde Conangla, se dice que es «el distintivo particular de la casa de Villena». Sin embargo, está totalmente demostrado que este animal no tiene nada que ver con los emblemas de los distintos señores de Villena, que desde el siglo XIII al XV dominaron todo este territorio. En cambio, lo que sí ha sido elemento peculiar desde el Infante Don Juan Manuel como emblema de su estirpe, es la mano alada con una espada, propio del escudo heráldico de esta familia y luego adoptado también por Don Alfonso de Aragón en el siglo XIV, y aún en el XV Don Juan Pacheco, marqués de Villena, incluye la mano alada acompañando a un castillo y a un león en un escusón colocado en el abismo de sus armas en el castillo de Belmonte, lo que nos ha llevado a pensar que estas fueron las armas territoriales de todo el marquesado, distintas de las de los señores (17).
Por otra parte, como ya hemos visto, el murciélago no irrumpe claramente en las armas albacetenses hasta el siglo XIX, y frecuentemente comparte durante esta centuria el lugar con un águila de alas desplegadas. Esta hipótesis de águila-murciélago ya fue lanzada tímidamente por el propio Sánchez Jiménez y con posterioridad por Pretel Marín (18). Este autor, gran medievalista albacetense, sugiere que el murciélago en origen fue águila, aunque con anterioridad ésta no fue tal sino dos manos aladas enfrentadas con espadas, tal y como las vemos en el cuartel diestro del escudo de Almansa. Por otra parte, precedentes de transformaciones heráldicas los hay, y son muy frecuentes. Por ejemplo el escudo de Tobarra en época de Felipe II se describe diciendo «questa villa tiene por escudo y armas por merced que hiço a ella el señor ynfante don Juan Manuel, castillos y en cada un castillo, espada y león, como paresció por el dicho pribilexio que fue bisto por los dichos señores…».
Ese escudo que parece concedido por Don Juan Manuel se dice que tiene «espada», realmente sería mano alada con espada, y después, en las actuales armas, ha dado un águila. Así pues, coincidimos con Pretel en que este murciélago fue águila y ésta a su vez es el resultado de dos manos aladas contrapuestas que con el paso del tiempo llegaron al estado actual.
Hemos podido comprobar que estas modificaciones son comunes en figuras de menor tamaño o en piezas aparentemente menos importantes; pensemos, por ejemplo que las manos aladas de los Manuel, a las que ya hemos aludido en el escudo de Almansa, en la actualidad se presentan en algunos diseños con brazo entero y en otros excluyendo las alas, situación a la que, sin duda, se llegó en el escudo de Hellín.
Así pues, podemos concluir que el verdadero sentido del murciélago no es más que el fin de una evolución formal en la que se partió de unas manos aladas con espadas, y bien se pudo pasar al mamífero volador desde un águila (Lám. 20). Por otra parte, consideramos que en esta evolución no debió ser extraña la influencia valenciana del «rat penat», que como se sabe tampoco, en origen, era tal, sino el dragón alado de la cimera del rey aragonés pedro el Ceremonioso.
En cuanto al significado del timbre del escudo de Albacete ya hemos indicado que encontramos blasones con corona real abierta, cerrada, mural y de marqués. En la actualidad la Real Academia de la Historia considera acertadamente que las poblaciones deben timbrarse con coronas reales cerradas, al ser España hoy una monarquía; las de carácter señorial deben evitarse para no caer en dudas con las armas de la nobleza titulada. Sin embargo, dada la circunstancia de haber usado desde el siglo XIX la corona de marqués, el Ayuntamiento de Albacete consideró conveniente en 1986, mantener este timbre en recuerdo a Don Alfonso de Aragón, marqués de Villena, que en 1375 concedió a Albacete el título de Villa, desvinculándolo de la tierra de Chinchilla.
En cuanto a la época de formación de las armas albacetenses, consideramos -si bien no conocemos un documento específico de concesión regia o señorial- que éstas bien pudieron formarse a partir de 1375, con el establecimiento definitivo del Concejo de la Villa de Albacete o quizá antes, en la misma época de Don Juan Manuel, si es que, como apunta hipotéticamente Aurelio Pretel, «¿No pudo ser Albacete una de las Villasnuevas creadas por Don Juan en emplazamientos hoy desconocidos?» (19).
Lo cierto, es que pese a no disponer hoy de ejemplares ni de sellos, Albacete tendría escudo propio ya en época de los Reyes Católicos, aunque la noticia más antigua relativa a las armas municipales sea del año 1568. No descartamos la posibilidad de encontrar en algún archivo un dato que complete y aún fije más específicamente otros detalles sobre este asunto.
Lám. 20 Evolución hipotética del escudo de Albacete apuntada por Petrel Marín, desde las manos aladas con espada al actual murciélago.
(1) Parte del resumen histórico expuesto lo publicamos sin firma en un folleto guía de Albacete publicado por el Excmo. Ayuntamiento.
(2) Los trabajos a los que nos referimos son:
- SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Joaquín: «Informe sobre el escudo de armas de Albacete». Boletín de la Comisión Provincial de Monumentos de Albacete. Nº 3, págs. 39-47. Albacete, 1930-31.
- PRETEL MARÍN, Aurelio: «Las armas de los Manuel en la Heráldica Municipal de la Provincia de Albacete». Rev. Al Basit. N.º 11, pág. 5-25. Albacete, Diciembre 1982.
- SANTAMARÍA CONDE, Alfonso: «Escudo de Albacete». Catálogo Exposición «Albacete, 600 años». Museo de Albacete. I.E.A. Págs. 18-22. Albacete, Mayo 1982.
- (3) SANTAMARÍA CONDE, (op. cit.) señala que efectivamente entre 1575 a 1577 se hicieron dichas Relaciones, hoy no encontradas en la Biblioteca de El Escorial.
- (4) Citado por A. SANTAMARÍA (op. cit.). Archivo Histórico Provincial de Albacete. Sec. Mun. Lib. 65. Fol. 229.
- (5) Ibídem. Fol. 299. A.H.P. Ab.
- (6) SANTAMARÍA, A.: op. cit. Lib. Mun. 67. F. 352. A.H.P. Ab.
- (7) Citado por GARCÍA-SAÚCO BELÉNDEZ, Luis G.: La Catedral de San Juan Bautista de Albacete. I. E. A. N.º 2. Albacete, 1979. Pág. 108. Libro Fábrica citado en el Archivo Diocesano de Albacete. Inventario citado. Fols. 1-30, comenzando por detrás.
- (8) Este interesante librito ha sido editado en facsímil por la Academia Alfonso X el Sabio de Murcia en 1981.
- (9) LÓPEZ, Tomás: Diccionario Geográfico. S. XVIII. Manuscrito Bibilioteca Nacional. Vol. I. Provincias de Albacete y Ciudad Real.
- (10) SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Joaquín: op. cit. pág. 42.
- (11) A.H.P. Ab. Mun. Leg. 364.
- (12) Recuérdese que la bandera española roja y amarilla, creada en época de Carlos III, en un principio sólo se utilizaba para la marina, pasando en época de Isabel II a tener carácter de enseña nacional de todos los cuerpos.
- (13) Se conocen varios ejemplares de este plano, uno en el Archivo Histórico. Asimismo, el Ayuntamiento de Albacete conserva la piedra litográfica original.
- (14) Catálogo citado N. º 276 de la muestra.
- (15) El Decreto publicado contiene una errata ya que textualmente dice «bien ordenadas», lo que heráldicamente supondría dos torres arriba y una abajo; sin embargo, es evidente que debe decir como nosotros corregimos, «mal ordenadas», ya que las torres están una arriba y dos abajo.
- (16) SÁNCHEZ JIMÉNEZ, J.: op. cit. págs. 43.
- (17) Véase este tema en las conclusiones a las que llegamos en nuestro trabajo: «La Heráldica municipal en el Marquesado de Villena, según las Relaciones de Felipe II». Congreso de Historia del Señorío de Villena. I.E.A. Albacete, 1987.
- (18) PRETEL MARÍN, Aurelio: «Las armas de los Manuel en la heráldica municipal de la provincia de Albacete». Al-Basit. N.º 11, págs. 5-26. Albacete, Diciembre, 1982.
- (19) PRETEL MARÍN, Aurelio: Don Juan Manuel, señor de la Llanura. (Repoblación y gobierno en la Mancha albacetense en la primera mitad del siglo XIV). I.E.A. N.º 13. Albacete, 1982. Págs. 147-148.