Imágenes de la antigüedad clásica: texto e interpretaciones. Ficción y realidad por Rubí Sanz Gamo, artículo publicado en Boletín de Información «Cultural Albacete», mayo de 1994 (número 47)
- LO QUE DICEN LOS TEXTOS CLÁSICOS Y LOS ITINERARIOS DE LA MISMA ÉPOCA SOBRE LAS TIERRAS DE LA ACTUAL PROVINCIA DE ALBACETE.
Los autores greco-romanos cuyos textos tienen relación con la actual provincia de Albacete fueron Estrabón, Plinio y Ptolomeo, además de los itinerarios anónimos de época clásica. La Geografía de Estrabón se escribió entre los años 29 y 7 antes de Cristo, siendo retocada en época del emperador Tiberio. Presenta cierta confusión porque él no visito personalmente la Península Ibérica, sino que recoge los escritos de otros autores anteriores. En su obra no hay menciones específicas a estas tierras pero sí referencias vagas al citar la vía que tras Saitabis (Játiva) llegaba al campo espartario, pasando por una ciudad llamada Egelasta. Dice también que al sur de los celtíberos, entre los pueblos que baña el río Soukron (Júcar), están los bastetanos y los oretanos.
Guerrero Ibérico, yacimiento de los Villares. Conservado en Museo de Albacete
Plinio el Viejo, nacido en el año 23/24 y muerto en el 79 a causa de la erupción del Vesubio, fue autor de la Naturalis Historia, donde cita expresamente a la colonia Libisosana, y a Egelasta: «A Carthago (la Nueva) acuden 65 pueblos sin contar los habitantes de las islas: las ex colonias Accitana Gemellense y Libisosana por sobrenombre <
Ptolomeo escribió su Geografía en el siglo II d.C., dando una nómina de ciudades en relación con las etnias a las que habían pertenecido, y los grados geográficos medidos en 500 estadios (98,195 Km.) aplicados en una proyección cónica:
II, 6,56, entre los carpetanos: “Egelasta 10 30’ 41 40’” II, 6,57, entre los celtíberos: “Urcesa 11 40’ 39 45’” II, 6, 58, entre los oretanos: “Libisosa 15 25’ 39 30’” II, 6, 60, entre los bastetanos: “Túrbula 13 30’ 39 45’ |
Los Itinerarios son igualmente tres. El más antiguo está grabado en los Vasos de Vicarello, cuatro cilindros de bronce señalando el camino entre Roma y Gades, los numerados del 1 al 3 serían de comienzos del principado, mientras que el 4 de finales del reinado de Augusto o comienzos del de Tiberio, e indican la distancia en millas entre dos puntos. Aunque con variantes, los lugares citados son Libisosam o Libisosa, Parietinis, Saltigim o Saltigi, y Ad Palem o Ad Palem entre los que se han relacionado con la provincia.
El Itinerario de Antonio es un documento privado de comienzos del siglo III en el que se describen varios tramos viales, uno de ellos, conocido como la Vía 31, refiere los lugares entre Caesaraugusta (Zaragoza) y Laminio (Alhambra en Ciudad Real).
“446. 9. Item a Laminio alio Itinere Caesarea Augusta m.p. CCXLVIII sic: 10. Caput luminis Anae m.p. VII 11. Livisosia m.p. XIIII 447. 1. Parietinis m.p. XXII |
Finalmente el Anónimo de Rávena parece ser un catálogo de tipo cosmográfico realizado en el siglo VII con interpolaciones de copistas de época posterior. De los cominos citados en el ravenate que afectan a tierras albacetenses, la bifurcación en Laminio hacia Libisosa, para alcanzar Segóbriga (Saelices, Cuenca).
“313. 11. Segobriga
12. Puteis 13. Saltis 225 14. Leginosa, item civitas 15. Consabron 16. Moroin 17. Lamín” |
Si las descripciones geográficas las extrapolamos al actual territorio provincial, se deduce que de noroeste al este corría el río Sucron (Júcar), límite norte de la Contestania al describir Plino los pueblos costeros. Al sureste de Tader, el Segura, que riega el campo cartaginés donde se recoge el esparto. Al oeste el nacimiento del río Anas (Guadiana) en el campo laminitano según Plinio en III, 2, 6. Al suroeste, el Saltus Castulonensis citado por Livio, identificado con diversos lugares. Más al oriente el Tugiensis junto al que nace el Tader según Plinio.
- LA INTERPRETACIÓN DE LOS TEXTOS CLASÍCOS EN LA HISTORIOGRAFÍA PROVINCIAL.
Desde finales del siglo XV se conocen ediciones españolas de los textos clásicos, por ejemplo entre 1487 y 1490 Nebrija escribió el Isagogicon Cosmographiae inspirado en la obra de Ptolomeo y en 1535 y 1540 Miguel Servet preparó dos ediciones de la obra del geógrafo. O la Corografía de Mela de la que ya se hizo una edición en Valencia en 1482. Paralelamente comenzaron las interpretaciones de la antigüedad a partir de los textos de época clásica. Hubo un afán erudito por conocer la historia del hombre e incluso por justificar el origen más o menos remoto de muchos pueblos y ciudades. Ese espíritu fue alimentado también desde el poder y unos y otros contribuyeron a la historia-ficción tomada como historia-real. Surgieron los cronicones y los textos falsos como el de Beroso, de nefasta influencia en la historiografía española, cuyo problema ha sido estudiado por Caro Baroja. Entre los que divulgaron la obra de los falsos cronicones se encuentra Florían de Ocampo. En uno de los más celebrados libros de historia, las Antigüedades de las Ciudades de Ambrosio de Morales, se admira la obra de Ocampo, y si la de Morales es un ejemplo de metodología, su análisis no puede de dejar a un lado algunas de sus fuentes bibliográficas. No fue el único, también el Padre Mariana aludió a los reyes míticos en el Libro I.
El siglo XVIII, con su aportación valiosísima al desarrollo de las ciencias y a la visión evolucionista de la historia humana, supuso un nuevo impulso para los estudios sobre la antigüedad, y a partir de entonces fueron multiplicados los textos en los que, aunque fuera de pasada, se mencionaba el origen de ciudades y pueblos. El libro del canónigo de la Catedral de Murcia Juan Lozano Santa, escrito en 1794, es una excepción a la numerosa bibliografía que reitera supuestas fundaciones y que aún a finales del siglo XX parecen seguir haciendo mella en la erudición local. Juan Lozano, teniendo presente obras clásicas como la de Florez, Sacramento, Cascales y otros, buscó directamente en las fuentes clásicas y trató, en la medida que le fue posible, relacionarlas con los hallazgos de cultura material que el suelo proporcionaba, algunas de sus interpretaciones, que hoy sabemos erróneas gracias al avance de la arqueología, no merman en absoluto el valor de su obra.
Los más antiguos datos sobre hallazgos arqueológicos fueron dados a conocer por A. Pretel, referidos a sendos descubrimientos en Yeste y Alcaraz. Noticias más precisas se tienen a partir del siglo XVI, siendo el primer documento las Relaciones de Felipe II (1574-1580), donde se exponen algunos datos de interés arqueológico que en ocasiones se correlacionan con la antigüedad, como en las contestaciones de La Roda. En fechas posteriores la búsqueda de la antigüedad se vinculó a hechos míticos, o al intento de ubicación de ciudades citadas por los textos clásicos.
La historia mítica.
Sin duda el mito más difundido fue el de la presencia de Hércules en la Península Ibérica, avalado por las confusas citas de los escritores antiguos sobre las columnas de Hércules, por ejemplo en Mela II, 6, 95, y el templo que tendría en la antigua Gades (Cádiz). Esta colonia de origen fenicio, bien comunicada por mar, lo estaba por tierra hacia levante mediante un camino que la arqueología está empezando a constatar desde el siglo VI a.C. La vía atravesaba la provincia de Albacete desde el este al suroeste, de tal manera que en algunos pueblos de la provincia quedó la memoria histórica de la antigua ruta, la vía Hérculea, deformada en su interpretación como el camino recorrido por Hércules. Los ejemplos son ilustrativos: en Chinchilla en el Diccionario de Tomás López <<… No se halla quien la haia fundado, sino/ fue Hércules el grande… y dende las misma Merida, hizo una calzada / hasta la dicha Cartaxena que es de ancha de un camino de /Carros poco más… >> En Lezuza según el Padre pareja, también la encuesta del Cardenal Lorenzana de 1782-1786 “ Esta villa se tiene por verosímil que fue fundada por Hércules Líbico… “, lo mismo en el Diccionario de A. Vegas. En relación con el mismo mito el Padre Pareja en su Historia de Alcaraz recoge la opinión de un libro de armas según el cual fue Gerión el fundador de la ciudad, pero que él cree fundación del rey Brigo quien la llamó Augustóbriga.
Dos citas relacionan poblaciones con santos de la iglesia católica. Por una parte las noticias del Bachiller Alonso de Requena Aragón referidas a Balazote que identificó con Asso: “San Indalecio discípulo del Apóstol Santiago… aviendo predicado en la ciudad Assotana, que es oi Balazote…”, y por otra la de Pedro Morote sobre Tobarra y el martirio de Santa Victoria, que por cierto nada tuvo que ver con Tobarra.
Las etnias y los pueblos.
En ocasiones el cronista fue más o menos cauto a la hora de justificar el origen de la población objeto de su escrito, asegurando la antigüedad por la existencia de ruinas en sus inmediaciones, justificados en cierto modo por Murillo Velarde: “En las fundaciones, antigüedades, y grandezas de los Reinos, y Ciudades, importa poco, que los interesados digan, que las fundó Tubal, Hércules, Ulyses, Teucro, Alexandro, o Atlante. Quien no sabe, que todo eso es inaveriguable, y solo se permite, como por licencia poética…”, licencia que él mismo se tomó. Hay menciones muy diferentes, por una parte las que se refieren a pueblos orientales, por otra la que en base a los textos clásicos hacen referencias a antiguas etnias, finalmente las que más prudentemente se refieren genéricamente a los romanos.
El Diccionario de Tomás López comenzó a elaborarse desde 1766 a fin de siglo. Publicados los textos de Albacete por Rodríguez de La Torre y Cano Valero, algunas respuestas concretan supuestas fundaciones así como la presencia de pueblos remotos procedentes del próximo Oriente. Son casos como el de Chinchilla donde el relator hace gala de su erudición al atribuir, desde el principio, la fundación a “Samnitas, por los años de 600/ antes del nacimiento…”.
En relación con las antiguas etnias, la mención del Bachiller Alonso de Requena sobre Lezuza “…Solo el Beroso, Historiador antiquísimo en su lib. 5 de antigüedades, dize fue fundada por los Celtíberos…”, también en Baudrand sobre la misma población “…Por una antigua inscripción encontrada en este lugar, se preba que esta es la antigua villa de los Carpetanos”.
Por último las atribuciones a “los romanos” se encuentran en varios textos, por ejemplo en la España Geográfica de Francisco de Paula y Mellado de 1845.
La identificación de las ciudades.
Si la relación de Lezuza con Libisosa fue clara desde el principio gracias al hallazgo de la inscripción hoy empotrada en la Casa de la Tercia, y la de Chinchilla con Saltigi por mediciones de millas, la falta de documentación epigráfica llevó a no pocas especulaciones y derivaciones. Las adscripciones han sido muchas, demasiadas para lo que la arqueología y las propias fuentes aportan. Alatoz fue citada como “Tosalón” sin base filológica u otro tipo de argumentos; Albacete se identificó con la Abula de Ptolomeo por Lozano y Juan López; de Albatana Lozano aún rechazándola señaló la analogía etimológica con Elotana, que recogen Ceán, Blanch e Illa y Roa, para otros eruditos estaría en Tobarra, rebatidos por Juan López para quien la afortunada es Villena, correspondiendo Tobarra a la Turba de Tito Livio pero sin aportar datos para ello, e incluso se creyó que Elotana sólo podría ser la antigua Totana; Alcaraz se citó como la antigua Urcesa de Ptolomeo, si bien parece que estaba en término de Uclés en Cuenca; Alpera con “Apiarum” en Lozano, Juan López y Blanch e Illa, lo que rechazó Roa; Balazote con Asso, que la epigrafía parece ubicar en el Cerro de la Encarnación de Caravaca; en Bogarra se ha querido buscar la Biguerra de Ptolomeo, así en Blanch e Illa, Roa y Ceán, lo que fue refutado por Fernández Guerra, Picatoste para quien estaría en la provincia de Murcia, y J. Cejador en la de Valencia; Elche de la Sierra con la Illicias de Ptolomeo “diverso del Illici contestano” según Lozano, para Juan López esta población se sitúa fuera de los límites provinciales; Hellín con Illunum en Lozano y en los restantes autores, si bien Juan López admite que pudiera no coincidir con la ciudad de Hellín; Letur con “Lasnudo” para F. de Paula sin base arqueológica, filológica o epigráfica; Liétor con “Litabrum” citada por Livio en XXXV, 22, en Fernández Guerra, V. Picatoste y Amador de los Ríos; Montealegre con la antigua Ello en Amador de los Ríos y Roa; el informante a la encuesta de Tomás López, Josef Egea Ruiz Funes, relacionó Ontur con “Turbura” o “Turbula”, tal y como fue recogido después por Fernández Guerra con dudas, y por Amador de los Ríos; en Ossa de Montiel Lozano admitió la posibilidad de ubicación de Caput Fluminis Anae, pero para otros en torno a las lagunas estaría la supuesta ciudad de “Lagos”; en Valdeganga algunos ubicaron allí Vallislonga o Valleponga del Itinerario de Antonino.
III LO QUE LA ARQUEOLOGÍA, LA EPIGRAFÍA, LA NUMISMÁTICA Y LAS FUENTES CLÁSICAS NOS PERMIREN SABER HOY.
Si las relaciones culturales o etimológicas citadas se justifican plenamente por las fechas en que fueron realizadas, cuando la ciencia histórica comenzaba a dar sus primeros y balbucientes pasos, resulta curioso que en fechas recientes se escriban libros como el relativo a Lezuza a partir del publicado por el Bachiller Alonso de Requena, trazando una historia fantástica sobre la antigua colonia romana. En los albores del siglo XXI, en que hay notables progresos en el conocimiento y en el que se han puesto las bases para la interpretación científica de la historia, no podemos por menos que reconocer nuestra humildad en el conocimiento de la historia antigua, y subrayar que es la constatación de los datos arqueológicos además de los proporcionados por las fuentes clásicas, los que únicamente permiten conocer hoy orígenes, fundaciones y nombres de pueblos y ciudades. En este sentido es necesario decir que son muy pocos aquellos de los que obtenemos datos, y que documentos tan importantes como los epigráficos son aún escasos.
Empecemos por las etnias. Los celtíberos se extendieron por el sur en límites geográficos aún mal conocidos, que se han relacionado con la cuenca del Júcar por la ubicación por esa zona de Lobetanos y Olcades, cuya localización es imprecisa. Para los Contestanos, extendidos en Levante desde el Júcar hasta Cartagena, algunos han propuesto los límites occidentales por Chinchilla y Hellín, y aunque existen vinculaciones arqueológicas con esa zona, no hay límites concretos. Para los Bastetanos hay diversas tesis, a parte de su localización preferente en la Alta Andalucía, hacia el norte estaría Saltigi (Chinchilla), y hacia el este los yacimientos del Cerro de los Santos, donde una inscripción ibérica menciona a los bastuliacun. Por el oeste limitaban con los Oretanos a partir del Campo de Montiel, cuya ciudad oriental sería Libisosa, lo mismo que en Hellín El Tolmo pudo marcar una circunscripción territorial, en Montealegre el Cerro de los Santos otra, y en Cuenca Segóbriga era caput celtiberia en referencia al control de uno de los límites de la Celtiberia.
La bibliografía moderna ha relacionado a la provincia de Albacete con el campo espartario. Plinio citó el producto como de la Citerior, describiendo su uso, explotación y área de recogida. Fue mencionado también por Estrabón, Mela, y el Itinerario de Antonino. J. Vilá Valentí supuso la extensión en el campo de Cartagena y Murcia llegando al interior de la meseta albaceteña.
La colonia, más claramente nombrada es Libisosa, Lezuza, citada por Plinio, Ptolomeo y los itinerarios. Ptolomeo la incluye en la Oretania, con lo que se relacionaría el origen céltico del nombre. La ubicación parece probada por la inscripción empotrada en la Casa de La Tercia de la actual población, en la que se hace mención expresa de la dedicación de los libisosanos a Antonino Pío en el año 166-167. Alföldy señaló la concesión del ius italicum a la colonia por Augusto, y su pertenencia a la tribu Galeria por la inscripción de Tarragona que menciona a C. Vibius C. F. Gal. Porcianus Quintius Italicianus, del orden ecuestre y flamen en la Citerior. La fecha de fundación se desconoce, pero seguramente obedeció al espíritu de latinización mediante creación de los fora surgidos junto a una vía pública, donde se instalarían colonos itálicos.
También la bibliografía moderna relaciona con la provincia a Egeslasta, citada por Plinio y Estrabón, para cuya localización se ha trabajado la provincia de Jaén, la de Cuenca, y la de Albacete entorno a Motealegre del Castillo por Abad y Bendala, en las lagunas de El Saladar por Ruiz Bremón o La Higuera por Ruano. Sobre las explotaciones de sal Tovar relacionó la Salica de Ptolomeo con El Salobral aunque no tenemos datos para ello.
Turbula , ciudad bastetana en la clasificación ptolemaica, según las tablas estaría al noroeste de Sagunto, pero se ha buscado en la Bética en relación con el texto de Tito Livio en 33, 44, 4 en el que se cita Turbam oppidum, o en tribus celtíberas en la provincia de Teruel. Algo similar ocurre con la ciudad de Alaba ubicada por Alföldy al sur de la provincia de Cuenca, en el sur de celtiberia. Bigerra, relacionada con la provincia de Albacete por Fernández Guerra, según Corzo y Toscano se encuentra en Bogarre (Granada). García Herrero, recogiendo la opinión de Miller, incluye una Biguerra oretana en el conventus carthaginensis cerca o en la actual Bogarra, igual en Pastor Muñoz, propuestas sumamente aventuradas en el estado actual de la investigación al carecer de datos epigráficos.
En la bibliografía antigua y moderna, Ilunum, ciudad bastetana en Ptolomeo, se ha identificado con Hellín o sus alrededores, lo que rechazó Tovar, pero recientemente, a la vista por la excavación en El Tolmo de Minateda y la identificación con la musulmana Iyi(h) del itinerario de Al-Udhri, ha sido retomada nuevamente la teoría que ya lanzara Silliéres.
Por último está Heliké, donde Diodoro sitúa la muerte de Amílcar, que el Canónigo Lozano relacionó con Peñarrubia en Elche de la Sierra. La misma tesis en García y Bellido. Recientemente el problema ha sido retomado por Llobregat apuntando la posible ubicación de Akra Leuké en Cástulo, y de Heliké en Elche de la Sierra.
III. A MODO DE CONCLUSIÓN.
Hemos procurado sintetizar los datos más sobresalientes a partir de los cuales se trazó una historia de la provincia de Albacete cuyos fragmentos, conjuntados y obviada lectura crítica, han dado lugar a supuestas raíces históricas que poco o nada tienen que ver con la realidad. No supone esto el desdén ante quienes, es un esfuerzo meritorio, trataron explicar el por qué de muchos pueblos y ciudades. Antes al contrario, bastantes de las obras citadas son utilísimas porque, al margen de las correlaciones más o menos gratuitas con los textos clásicos, informan de la presencia de yacimientos arqueológicos con el tiempo confirmados y perfilados en sus secuencias culturales. Pero es sólo la investigación arqueológica consciente y meditada, científica, la que en un futuro permitirá cotejar los datos que el suelo proporciona con las referencias de los autores clásicos. La interpretación de éstos puede ser en ocasiones resbaladiza, e ilustrativos son algunos ejemplos, pues incluso en esas noticias legadas por la Antigüedad hay informaciones confusas que aún hoy dan lugar a no pocas polémicas.
La historia Antigua de la provincia de Albacete es aún fragmentaria, lo que no significa que para algunos lugares y zonas concretas no se conozcan, con bastante aproximación, bastantes datos culturales, tales como tipos de asentamientos, economía, construcciones, vinculaciones, onomásticas, etc. El preciado auxilio de la epigrafía nos permite conocer hoy la existencia de al menos tres municipios romanos ubicados en Lezuza, El Tolmo y Elche de la Sierra, o la vinculación de los moradores del entorno de Alcaraz al área de la antigua Mentesa, en territorio de los Oretanos. También la epigrafía, gracias a las columnas miliarias permiten hoy trazar las vías de comunicación romanas, y sus aportaciones, cotejadas con prospecciones y excavaciones, además de con la numismática, son elemento muy valioso a la hora de conocer cómo, por dónde y qué productos llegaron a estas tierras gracias al comercio, movimientos militares, etc. Pero un hallazgo arqueológico aislado o cercano a una población no es por sí argumento si no se acompaña de otros datos.